Colonia del Sacramento: una zona ideal en el tiempo, ciudad romántica y amigable que invita a soñar por sus calles y a contemplar atardeceres. Pequeña joya uruguaya a orillas del Río de la Plata y fundada en el 1600 por los portugueses, cultura que le adorna el alma con sus azulejos blancos y celestes, aljibes y jardines, y la viste de una arquitectura exquisita y colonial. Sus callecitas empedradas logran la perspectiva en fuga de una pintura paisajística, y las casas trepadas por las enredaderas permiten que caminemos dentro de un sueño antiguo. En un paseo por la Costanera, la ciudad nos acompaña a un lado, mientras el río nos acaricia la vista del costado opuesto. Y siguiendo por esa ruta, no tan lejos, Colonia ofrece sus playitas de arena blanca y un agua bastante transparente donde bañarse si hace calor. Por las noches, se vuelve la ciudad más romántica del planeta: apaga sus luces para iluminarse con sus faroles amarillos y las velitas que arden -en las mesas sobre las veredas- de su cantidad de bares y restaurantes. Cenar o tomar un trago a la luz de las velas y luego caminar hacia el río es un momento completamente mágico. A lo largo de las casas, las calles, sus bares y restaurantes, siempre se descubre algún detalle de belleza que nos asombra. Declarada por la Unesco “Patrimonio histórico de la humanidad”, sólo el que la conoce entiende por qué es inevitable enamorarse de ella. No por ser pequeña deja de ser infinita: adorable y sumamente pacífica, se vuelve a su belleza una y otra vez con el asombro de lo que jamás se gasta en el recuerdo ni se borra en el corazón.
(All pictures by Gigi Caron)